blog de Rebeca Martín Gil

viernes, 19 de diciembre de 2014

Retrato del artista en 1956 - Jaime Gil de Biedma


En la parte central de este libro, en el "Informe sobre la administración general en Filipinas", el poeta afirmaba: 

"Los empleados filipinos, salvo raras excepciones, han sido contratados sin ningún criterio selectivo. En general, se ha huido de tomar jóvenes con títulos universitarios porque "después quieren hacer carrera dentro de la Compañía". Confinados a puestos subalternos, los que tienen capacidad saben que sus posibilidades de demostrarla y sus posibilidades de ascenso son mínimas."

Filipinas, 1956. Tan lejos, tan cerca. 

lunes, 15 de diciembre de 2014

Poema - Ella bailaba

Ella bailaba la vida y la muerte,
señora de la guerra y del amor.
Ella bailaba, ingrávida, con sonoras caderas.
Ella bailaba, bailaba descalza;
el mundo rendido a sus pies.
Ella bailaba y giraba, y reía.

El mar vigilaba callado, a lo lejos;
las montañas aullaban al oír su olor.

Ella bailaba. Todos pensaban en ella,
todos la rodeaban
y veneraban su ombligo, sus vaivenes.
Una lucha constante por coronarla,
por poseerla, a ella, la única,
que se desvanecía al ser tocada,
que bailaba y reía. Que bailaba.
Manos, tantas manos en las caderas…
A cada cosa su Dios.

Ella bailaba, bailaba, bailaba.

Hasta el fin de los tiempos, ella bailó. 

jueves, 4 de diciembre de 2014

relato en e-DitARX




Próximamente, aparecerá en el libro Relatos en un reloj de arena (volumen II), de Publicaciones Digitales e-DitARX, mi relato Confesiones de una reina, sobre los últimos minutos de vida de Ana Bolena. 


martes, 25 de noviembre de 2014

Selva de noviembre - Alberto de Frutos Dávalos


Selva de noviembre obtuvo el Premio Blas de Otero, convocado por la UCM, en 2002. Se trata de un poemario amoroso, precedido por unos versos de Luis Cernuda donde habla de un paraíso perdido.

Este paraíso perdido, en el poemario que nos ocupa, es el del amor que se rompe en noviembre. El escritor y periodista madrileño Alberto de Frutos Dávalos, en este libro unitario, retrata una despedida; nos presenta a unos amantes que, con la caída de la hoja y la llegada de la lluvia, deben separarse. La amada en noviembre partirá y diciembre será la constatación de la soledad del poeta, que quiere alargar el tiempo por todos sus medios:  “y por eso, aunque sé que es noviembre, quiero que sea más noviembre”. El poema Después de noviembre arranca con esta realidad: “Después de noviembre, será la ausencia, / volverá la enfermedad de las mañanas”.

Hay constantes alusiones al cine (desde el madrileño Cine Doré hasta Kubrick, pasando por Lo que el viento se llevó) y a la música (el brillante poema Sinfonía de las pisadas, en otros poemas habla de arias, de pianos, de Sinatra). Estas referencias a otras artes las vemos en otras obras de de Frutos como Réquiem (poemario de 2003 que sigue el ritmo de Mozart). Es un poemario urbano, donde están presentes el metro, los soportales, el asfalto… De Frutos, que en los últimos años ha publicado sobre todo libros de relatos (Utopías, La soledad dejó de ser perfecta, Familias estructuradas…), ofrece con Selva de noviembre un poemario de estructura circular, que arranca y termina con la tortura punzante de la despedida. Una obra que, a pesar de los versos que la preceden de Cernuda, nos hace recordar el Largo lamento de Pedro Salinas. 


domingo, 7 de septiembre de 2014

Viaje a Nápoles - Emilio Sola


El asturiano Emilio Sola se refiere a sí mismo como “profesor, escritor y extabernero”. Obtuvo el Premio Café Gijón de novela en 1984 por Los hijos del agobio. Previamente, había sido accésit del Adonáis de poesía por La isla.

A raíz de una visita a Italia en 2002, escribió un poema sobre sus calles que ha editado Ochoa y Lanza recientemente, Viaje a Nápoles. En él describe las calles de la ciudad italiana, y, sobre todo, sus muros y las palabras que en ellos se apoyan, integrando el habla coloquial, la expresión popular, en sus versos. Mientras los transeúntes pasan de largo, Sola se detiene a contemplar las luces y las sombras de Nápoles a primera hora de la tarde, sus pobladores (mendigos, “jipis”, niños que regresan de la escuela, vendedores ambulantes negros), el altar a Maradona… La ciudad se integra en el poeta, pasa a formar parte de él, y en sus diálogos con el sol que va y viene reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre las palabras, sobre la belleza, sobre la vida en general:

“Y uno piensa. Aún. Que no importa si ya no vuelve
pues ha sido tanto aquí que no importa. Risas.
La plaza en sombra. Hay que moverse. Ir. Seguir. Tal vez

no volver.”

martes, 19 de agosto de 2014

Ayer no más - Andrés Trapiello



En Ayer no más (2012), vemos cómo se aborda el tema de la Guerra Civil (aunque no es un libro más sobre la Guerra Civil) desde el punto de vista de unos profesores universitarios de provincias vinculados a los movimientos de Memoria Histórica. En un momento en que parece que las novelas valen por su peso, se agradece la justa extensión de la de Trapiello.

La novela arranca cuando el protagonista, el profesor y hombre de izquierdas Ángel Pestaña, descubre por casualidad que su padre, falangista, participó en el asesinato de un hombre delante de su hijo por el simple hecho de tener un hermano en el bando contrario. 

Desde un punto de vista múltiple, observamos las rencillas de un departamento universitario (endogamia, arribismo…) y cómo los horrores los perpetraron, durante la guerra, ambos bandos, obligando a muchos ciudadanos a decidir de qué lado estaban en función de qué le había ocurrido a algún familiar cercano.

martes, 5 de agosto de 2014

La buena letra - Rafael Chirbes


Si bien Rafael Chirbes (Tabernes de Valldigna, 1949) se ha consagrado con sus últimas novelas, Crematorio (2007) y En la orilla (2013), sobre los desmanes del urbanismo costero, se trata de un autor de larga trayectoria, que ya en 1992 publicó una brillante y breve pieza, La buena letra. En ella, la narradora, anciana, evoca en unas memorias a su hijo el pasado familiar, siendo testigo (y  víctima) del miedo, el hambre y la humillación de la guerra y la posguerra. 
La buena letra muestra la oposición entre Ana y su cuñada (o sus cuñadas), aunque pronto la trama ofrece una lucha consigo misma y sus circunstancias. La novela, en muchos momentos, insinúa más que cuenta. Es el lector quien debe encajar las piezas para construir la evocación de un lugar y de un tiempo que ya no son iguales, transformados por el paso de los años y por nuevos proyectos urbanísticos. 
La buena letra es una novela dura, tanto en el pasado referido como cuando deja intuir su presente, con una hija amargada y un hijo y una nuera con los que no se entiende.

martes, 27 de mayo de 2014

Mercè Rodoreda - Entrevistes

La Fundació Mercè Rodoreda recogió, en un volumen publicado en 2013 y editado por Abraham Mohino i Balet, las entrevistas realizadas a la dama por excelencia de las letras catalanas desde 1966 hasta su fallecimiento en 1980.

Distintos periodistas ofrecen su visión de esta mujer nacida en la Barcelona de la Semana Trágica, escurridiza, delgada y pequeña, tímida, de cabellos blancos (encanecidos prematuramente) y ojos azules, de mirada infantil, aficionada al tabaco negro (“no me gusta fumar, sino encender el cigarrillo”, confiesa a Josep Carles Rius en 1982), bebedora ocasional de whisky, introvertida, vestida siempre de negro, de mal carácter, de voz grave y ligeramente rota, temerosa de la gente, aislada en su refugio de Romanyà de la Selva después de su regreso a Catalunya tras su exilio ginebrino.

A Josep M. Pàmies (1980) le confiesa: “Soy y siempre he sido una persona asocial. Recuerdo que cuando era pequeña y llegaba gente a casa, cogía un libro y me marchaba. Esto disgustaba a mi madre.” De su infancia, le gusta hablar de su abuelo, “lletraferit”, que mandó hacer un monumento a Jacint Verdaguer en el jardín de su casa, y que colgó en sus muros versos de Aribau.

Sus personajes son unos desengañados: sus novelas y relatos parten de un principio feliz que se va resquebrajando. Los críticos de Serra d'Or eligieron su novela La plaça del diamant como la mejor novela catalana de posguerra.

A Baltasar Porcel le responde que sus personajes no son bobos, sino gente. “La gent beneita m'esgarrifa. M'encanten, en canvi, els innocents.” Le explica que se inspiró, para el jardín de los Valldaura de Mirall trencat, en el jardín del Marqués de Casa Brusi, cerca del cual ella vivía de pequeña, destruido en 1936 al parcelarlo y ponerlo en venta sus herederos.
Junto a la escritora y periodista Montserrat Roig, el lector descubre a una mujer triste, llena de nostalgia, que reconoce el choque de regresar a Barcelona y no reconocer sus calles y ver que los seres queridos están muertos o en el exilio. Con ella camina por el parque de Monteroles, escenario de Aloma, novela con fuerte carga autobiográfica. La conexión con Montserrat Roig llega hasta el punto de que Rodoreda asegura a Lluís Bonada (1975), que es a la joven escritora catalana que ve con mayores posibilidades.

El amplio abanico de entrevistas que ofrece el libro (recoge dos televisadas, la del programa A fondo, de Joaquín Soler Serrano, a quien estuvo dos años dando largas porque le daba pánico aparecer en televisión, y una póstuma para TV3, con Mercè Vilaret) permite al lector de Rodoreda conocer más a fondo a esta personalidad frágil (o quizá no tanto) que supo plasmar, como nadie, la ingenuidad y el desengaño en la ficción catalana de posguerra.







martes, 8 de abril de 2014

Pablo Gutiérrez - Democracia; Isaac Rosa - La habitación oscura



Estos dos libros de la editorial Seix Barral ofrecen distintas (o no tanto) maneras de ver la crisis que nos azota y las opciones que tenemos de reaccionar ante ella: ¿salir a la calle, resignarnos, mirar hacia otro lado?

Pablo Gutiérrez arranca su novela cuando el protagonista es despedido de su trabajo. Vemos desfilar una serie de personajes, algunos difíciles de olvidar, como su madre o como la periodista lectora de Rubén Darío que, cansada de presentar un magazine en televisión, decide dar un cambio de rumbo a su vida. Todos ellos acaban siendo víctimas de una ilusión colectiva, de haber creído en un progreso constante, en una prosperidad que nunca tendría fin. 

Isaac Rosa, por su parte, bucea en la oscuridad, en aquellos que se niegan a ver lo que ocurre, en los que se esconden en el hedonismo en vez de afrontar su dramática realidad. Un grupo de personas, cuyas expectativas han sido truncadas, prefieren reunirse en una sala a oscuras a practicar sexo en vez de buscar a los culpables de su situación. El lector, como ya sucedió en La mano invisible, se convierte en un voyeur, en el espectador de una sucesión de escenas que se presentan en forma de novela.


sábado, 22 de febrero de 2014

Poema - W.


W. llegó a Barcelona con una pelota de droga dentro,
dinero para las medicinas de su hijo
y la promesa de que no le iban a pillar.
Aeropuerto, hospital y cárcel.
W. tenía dónde desayunar en sus salidas
un café con leche, galletas y plátano.
Cuando no estaba entre rejas,
trabajaba en negro para la construcción.
W. se enamoró, o le enamoraron.
W. tuvo un hijo de padres latinos y nombre catalán.
Llegó la hora del regreso. La tierra prometida
no había conseguido dar sus frutos.
W. salió de Barcelona con el estómago vacío
y un bebé, el tercero, en brazos.


jueves, 13 de febrero de 2014

Relato - Alfa Muerta

En el último número de la revista digital Obituario (dedicado a la escritora norteamericana Sylvia Plath), podéis encontrar mi relato "Alfa Muerta".

viernes, 31 de enero de 2014

Blanca Andreu


Poeta (así, género epiceno) gallega, con poco más de 20 años obtuvo el prestigioso Premio Adonáis por De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, con un jurado compuesto por Claudio Rodríguez y García Nieto. Se trataba de un libro atormentado, rebelde, con una presencia constante de todo tipo de drogas y venenos. En esta obra surrealista destaca la abundancia del mundo vegetal y animal, como en Vicente Aleixandre. Se trata de versos sin duda desgarradores:
“y la poesía huye de mí como de una frase acabada”
“sé bien que galoparé en negro”
“bebo mis venas que se adormecen para querer morir”
Blanca Andreu reunió su primer poemario, junto con los dos siguientes (Báculo de Babel y Capitán Elphinstone) en El sueño oscuro, en 1994, con cubierta de su difunto marido, Juan Benet.

Regresó a la poesía con La tierra transparente (Premio Laureà Mela 2001), definido por ella misma como “un conjunto de pequeños libros”. Destacamos la parte de Libro de Juan: “fuiste la soledad donde nací”, así como el poema dedicado a Vicente Ferrer: “salí de la fosa profunda / empujando la losa de mi soledad”. Termina apelando al lector, a los lectores: “Sobre los blancos matorrales / también vosotros / morís de amor”.

De nuevo, unos años de silencio, para volver a la escena poética en 2010 con Los archivos griegos, poemario escrito en Grecia, en la isla de Paros. De nuevo está presente Vicente Ferrer. Se trata de una obra serena, con un tono muy alejado al de los años ochenta, como atestiguan estos versos de “La copa blanca”: “Me he preguntado muchas veces por qué llevo Grecia en el alma / y cuánta gente guarda una Grecia atesorada en su interior”. Destaca también “El amante pide a su amado reconocimiento”, donde reconstruyen el diálogo entre el amante y el amado del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz. Los archivos griegos es un poemario sereno, que supone una reconciliación con su pasado, con su infancia, por cuya ventana mira en “Ecos”, y con un padre al que describe como “aquel hombre que no perdió su infancia”.


viernes, 17 de enero de 2014

Relato - Las plantas


La mujer descalza regaba las plantas con una manguera mientras canturreaba una canción popular. Loca, te llaman loca. Lo que tú quieras, pero tú has nacido cansado, y mejor que no sepas lo que se va diciendo por ahí de ti. Si no fuera por mí, las plantas se morirían. Y se morirán, pero podridas, ¿no te das cuenta de que las estás ahogando? Como te ahogas tú en la cama en el primer minuto. El marido rabioso callaba y miraba alrededor, cerciorándose de que el empleado no hubiera oído la humillación. Tenemos que irnos, debemos cerrar, se nos hace tarde, me estoy muriendo de hambre.¡Pues te haces un bocadillo! Seguía regando, y el agua escupía la tierra al suelo, y la mujer descalza pisaba barro, y con una mano sujetaba la manguera y con la otra se subía el pantalón mientras resoplaba sobre la inactividad del marido. El cuarentón barrigudo se desesperaba observando que de nuevo les habían estafado, que la última obra había resultado ser una chapuza, que el agua no iba a la calle sino que se le metía en el parking, pero se consoló intentando recordar en vano, porque no la había habido, una riada en la zona durante los últimos diez años. No se les inundaría el negocio. La mujer seguía absorta, su mundo era entonces ella y las plantas, y el trabajador imperturbable esperaba paciente en el coche, sin decir nada, con la puerta abierta, mirando el reloj porque su hora de salir ya había pasado, que acabara el espectáculo. El barrigudo tomó del codo a la mujer descalza con un “vámonos, el chico tiene que comer”, y con gran esfuerzo físico retiraba las plantas que impedían la salida del vehículo. El chorro de la manguera apuntaba ahora a los pies llenos de barro de la mujer que se calzaba a desgana, y cuyo canto había sido interrumpido de repente. El coche salió del aparcamiento, pasando sobre un charco, y el trabajador lamentó haberse levantado media hora antes para lavarlo.

(relato publicado en la revista Groenlandia)

jueves, 9 de enero de 2014

Un asunto sentimental - Jorge Eduardo Benavides


Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú, 1964), en Un asunto sentimental, mezcla realidad y ficción a través de los personajes del narrador, alter ego del autor, escritor peruano residente en el Madrid de los Austrias, y Albert Cremades, novelista afincado en el Barrio Gótico de Barcelona. 
Coinciden en Venecia, en una novela en que el lector va saltando de ciudad en ciudad, acompañando al narrador en sus pesquisas en torno a una confidencia que le hizo Cremades y en torno a Dinorah Manssur, una traductora de quien anda enamorado.
Trata también el tema del terrorismo, del Sendero Luminoso en Perú y del islámico en Madrid, ofreciendo un punto de vista distinto al de Ben Lerner en Al salir de la estación de Atocha, cuyo protagonista era también un extranjero residente en Madrid cuando estallaron las bombas. 
Benavides juega con la autoficción y nos ofrece un fondo repleto de escritores españoles y peruanos en una novela que plantea los distintos derroteros de la inspiración literaria. 

jueves, 2 de enero de 2014

Relato - Identidad

Estás acabando de fregar los platos y tu marido te dice, cuando le pides que te alcance la sartén, que esta tarde veréis a Jacinto y a Aurora.
***
Mientras repasas la cartelera, un codazo y la voz de tu cónyuge:
-          Mira, ahí está.
Levantas los ojos. ¿Ahí está, quién? Porque no distingues los rasgos, porque tiene el pelo al uno, porque puede parecerse tanto a Jacinto como a Aurora y, sin embargo, para ti no es ninguno de ellos. Se va acercando y miras a tu marido buscando confirmación. Él parece estar como siempre. El recién llegado se sienta con vosotros y, sin levantar la mirada de la tinta negra, planteas:
-          ¿Dónde está tu otra mitad?
-          En casa, limpiando.
Eso no ayuda nada. Está en la silla de al lado, a menos de un metro, y eres incapaz siquiera de afirmar si es hombre o mujer. A ratos dirías que se parece a Jacinto, y en otros momentos asegurarías que se trata de Aurora. 
-          La otra noche se despertó llorando, sin saber por qué.
Crees que habla de ti, de hace dos madrugadas, en que lloraste sin consuelo, a pulmón partido, mientras tu marido, indiferente, ajeno a todo, roncaba. Como ahora, ¿dónde está su angustia?, ¿dónde esa complicidad cuando quieres confesarle a gritos que no sabes quién os acompaña en la mesa? Tu parte del colchón agitada, tormenta que no acababa de llegar a la otra orilla.
-          Decía que no sabía quién era, quiénes éramos –explica Jacinto o Aurora.
Observas tus manos, tampoco ahí sabrías distinguir. ¿Tuyas o de otro? Con el dedo índice palpas en la barbilla una cicatriz que siempre te ha acompañado. Asientes, quieres añadir que comprendes sus inseguridades, que también a ti te está pasando.

-          Pobre –es lo que murmuras mientras el camarero os sirve los cafés.