La tristeza de Erika es una novela conmovedora sobre las
difíciles relaciones entre los seres humanos y, más especialmente, entre padres
e hijos. La tristeza de la protagonista es también la tristeza del policía que
negocia con ella en la azotea, y la del compañero que sustituye, de baja por
depresión. Es la tristeza de la ausencia de referentes emocionales, de la
pérdida de los seres queridos.
La protagonista, una chica adolescente llamada Alexia, rodeada de
juguetes y falta de amigos, criada por unos padres ancianos, pasa unas horas al
mes en un lugar al que ella llama la Casa de Muñecas, donde otros niños van ahí
a encontrarse, durante un rato, con sus padres biológicos. La repentina amistad
con una chica de su colegio, Natasha, le abre la puerta a los interrogantes que
planean sobre ella. Natasha no solo oye los comentarios, sino que se los
traslada a su amiga y, juntas, deciden desentrañar el misterio: del mismo modo
que Alexia, en su cumpleaños, descubre que dentro de una muñeca rusa hay otras
más pequeñas, ellas van quitando los distintos velos que envuelven el día a día
de la protagonista.
Esta novela trata la dura realidad de los puntos de encuentro,
escrita por un perfecto conocedor de los mismos, Rubén del Vado, y expone
distintas maneras de querer (o no) a los hijos.
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