Selva de noviembre obtuvo el Premio Blas de Otero, convocado por la
UCM, en 2002. Se trata de un poemario amoroso, precedido por unos versos de
Luis Cernuda donde habla de un paraíso perdido.
Este paraíso perdido, en el poemario que nos ocupa, es el del amor
que se rompe en noviembre. El escritor y periodista madrileño Alberto de Frutos
Dávalos, en este libro unitario, retrata una despedida; nos presenta a unos amantes
que, con la caída de la hoja y la llegada de la lluvia, deben separarse. La
amada en noviembre partirá y diciembre será la constatación de la soledad del
poeta, que quiere alargar el tiempo por todos sus medios: “y por eso, aunque sé que es noviembre,
quiero que sea más noviembre”. El poema Después
de noviembre arranca con esta realidad: “Después de noviembre, será la
ausencia, / volverá la enfermedad de las mañanas”.
Hay constantes alusiones al cine
(desde el madrileño Cine Doré hasta Kubrick, pasando por Lo que el viento se llevó) y a la música (el brillante poema Sinfonía de las pisadas, en otros poemas
habla de arias, de pianos, de Sinatra). Estas referencias a otras artes las
vemos en otras obras de de Frutos como Réquiem
(poemario de 2003 que sigue el ritmo de Mozart). Es un poemario urbano,
donde están presentes el metro, los soportales, el asfalto… De Frutos, que en
los últimos años ha publicado sobre todo libros de relatos (Utopías, La soledad dejó de ser perfecta, Familias estructuradas…), ofrece con Selva de noviembre un poemario de estructura circular, que arranca y termina con
la tortura punzante de la despedida. Una obra que, a pesar de los versos que la preceden de Cernuda, nos hace recordar el Largo lamento de Pedro Salinas.
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