Francisco García Marquina obtuvo el Premio Blas de Otero
(2003) por el poemario El equipaje del
náufrago. Observamos en esta obra dos ejes temáticos: por un lado, la
nostalgia y los efectos del paso del tiempo, con una constante interacción
entre el pasado y el presente; por otro, la visión del yo como alguien ajeno.
Como un nuevo Ulises, García Marquina habla de un lapso de
veinte años en dos de sus poemas, “Llamada en Navidad” y “Estación central”, recordando un amor adolescente. En “Antepasados” habla con los
protagonistas de unos retratos y se detiene en una mujer, interpretando en la mirada del lienzo un grito de auxilio, la necesidad de ser amada.
También la niñez aparece en estas páginas. Describe a un
compañero de estudios, obligado a regresar a su pueblo, muerto en la rueda de
un molino, en “Retrato de un joven estudiante”. En “Noche de Reyes”, asistimos
al desgarro de conocer cómo algo en lo que él creía resultó ser falso.
El yo como alguien ajeno irrumpe en poemas como “D.N.I.”,
donde parece no poder controlar su propia vida: “Caducaré en la fecha en que se
indica”. En “Triste epitafio alegre” vemos una concepción cíclica de la vida y
la muerte, así como el sereno acercamiento del poeta a Dios, y leemos: “y
también a la muerte le llegará la muerte”.
En el poema “El equipaje del náufrago”, leemos cómo el poeta
hace repaso de su vida, de lo que quedará cuando se vaya, de las cosas que ha dejado escapar:
“Poca cosecha para tanto esfuerzo
¿qué fue la vida? Verte
pasar y regresar
para volver a irte.
Y llenar en la plaza una cesta de ruidos y colores
para hacerme la ausencia soportable.”
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