blog de Rebeca Martín Gil

jueves, 14 de noviembre de 2013

El trazo oculto - Graciela Rodríguez Alonso



Porque la vida es un sorbo o, a veces, un mal trago. Los labios silueteados en la portada de la novela beben de una copa, degustan un cóctel en el que está sumergido, ajeno a lo que le rodea, un feto. Introduciendo la bioética en la narrativa española del siglo XXI, esta primera novela de Graciela Rodríguez Alonso plantea la decisión de una mujer, Eva, como la bíblica, como la pecadora del jardín del Edén que condenó con su mordisco a sus descendientes.
Esta nueva Eva, experta en amores fracasados, en búsquedas infructuosas del hombre perfecto, dedica su tiempo libre a comprar en un centro comercial cuyo nombre (La Felicidad) no induce a equívoco, y a leer revistas femeninas que le aconsejan cómo alcanzarla. Decide, imbuida por los artículos que pasan por sus manos, donar óvulos para sembrar el mundo de sus hijos, como la mujer de Adán, sin plantearse las consecuencias de su acto. Y, tras Eva, llegan las historias de Úrsula y Victoria, dos mujeres de la alta sociedad enfrentadas por un hombre, Emilio.
Nos encontramos, en los personajes femeninos, una escalera de degradación moral, correspondiendo con el nivel económico de ellas, desde Eva hasta Victoria, obsesionada por vencer el tiempo, por poseer la eterna juventud. Cordelia, el escalafón final, parece cerrar el círculo reconstruyendo su identidad desde dentro. Cordelia, el primer ser humano nacido a partir de un embrión adoptado, tras más de cinco años congelado, regenera la raza, olvidando la espiral de frivolidad en que vivían sus antecesoras.
Rodríguez Alonso regala al lector pasajes llenos de poesía, como el baile de pole-dance de Eva ante un despechado John, una danza con Leonard Cohen de fondo que supone un renacimiento, un antes y un después en su vida marcado por una maternidad que no surgirá de su vientre. El personaje de Emilio, con su pasión por el tren eléctrico, (en el que el lector viaja, desde el pueblo medieval hasta la estación de Praga), por la paternidad, por ser feliz, supone un soplo de esperanza, o al menos de aire fresco, ante los personajes de Úrsula, obsesionada por el poder, y Victoria, obsesionada a su vez por derrotarla, por vengarse, y sin embargo, vencida en última instancia por la fuerza de la naturaleza, del caballo. Su tan cuidado rostro destrozado, presente en todas las portadas, parece ser la última palabra de Úrsula, su premio final, su definitivo corte de mangas.


El trazo oculto, novela de estructura circular, que arranca y termina con el personaje de Eva como madre de la futura humanidad, deja abierto el debate acerca de qué define la maternidad, acerca de qué hilos construyen la identidad de cada ser humano, arrimando la literatura de hoy a la sociedad hacia la que, quizás sin ser conscientes de ello y fruto de los progresos de la ciencia y la tecnología, vamos encaminados. 

                                      (publicado originariamente en Deriva)

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